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| FOTO-MONTAJE de Francisco Miguel Jiménez García |
.....................Acabada la solemne misa concelebrada, el Santísimo Sacramento,
arropado en una custodia centenaria, sale del templo parroquial de Santa
María de la Mesa, otrora sede arciprestal, bajo un suntuoso palio rojo y
gualda y cuyos seis varales portan, dignos y cuidadosos, varones
próceres de la villa. El cortejo lo abre un tintineante-barroco de plata
y lo contemplan los niños de la primera comunión, autoridades
variopintas y una multitud de fervientes católicos que rezan y cantan
embargados de emoción y acendrada espiritualidad. Una banda musical
alegra, con sus sones e himnos patrios, el aire perfumado de la soleada
mañana zahareña. Lenta, majestuosa y acompañada de cánticos, plegarias,
lluvias de pétalos y repicar jubilosos de campana, la procesión
sacramental del Cuerpo de Cristo termina su recorrido y retorna a su
sacro recinto.
Cuando, al atardecer, el viajero se aleja de Zahara y del altivo
castillo a cuyos pies se cobija, siente la grata e imborrable impresión
de que ha asistido a un irrepetible acto litúrgico que todas las
primaveras brota y se representa en un marco natural e histórico de
inmarcesible belleza.
(Diego Galván Naranjo)
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